No sé si habéis visto en la tele un anuncio de un muy conocido medicamento contra el dolor que se vende en formato de spray. En el anuncio se ve a personas realizando actividades deportivas que de repente sienten un dolor, y se presenta a ese dolor como un enemigo al que hay que vencer."¡Hazle daño al dolor!” dicen.
Buscando en internet he encontrado anuncios similares de otros medicamentos parecidos en los que el mensaje es el mismo: "El dolor quiere derrotarte pero le vencerás" En algunos aparecen personas mayores que no pueden moverse y de repente se dan con la pomada "nosecuanto forte" y pueden correr y bailar todo el día. En otros se observa a personas que un rato antes tenían dolor de espalda y ahora pueden realizar una actividad normal sin dolor gracias a la aplicación del gel o el spray correspondiente.
Realmente no sé si esos medicamentos son capaces de eliminar ese tipo de dolor tal y como tratan de vender y tampoco es mi función investigarlo. Supongo que si lo anuncian así será porque está comprobado.
Sin embargo hoy sí me gustaría exponer algunas reflexiones personales sobre si realmente el dolor es un enemigo al que vencer y sobre si camuflarlo y seguir realizando la actividad que lo causó es una buena idea. Porque realmente es eso lo que pretende el producto que quiere vendernos la compañía farmacéutica del anuncio.
En primer lugar, quiero explicar que el dolor no es ningún enemigo, sino más bien al contrario. El dolor es como esa lucecita naranja o roja que se nos enciende en el coche cuando algo en el motor no funciona bien. Esa sensación que no nos gusta nos avisa de que algo en nuestro cuerpo está mal. Es por tanto una señal de alarma que en muchas ocasiones nos salva la vida. Sin dolor no retiraríamos la mano del fuego al quemarnos sin darnos cuenta y la quemadura sería más grave, ni descubriríamos que tenemos apendicitis hasta que fuese demasiado tarde para tratarla.
Igualmente, no sentir un dolor muscular por una contractura y seguir forzando el músculo puede llevar a una lesión más grave como una rotura muscular.
Vamos a imaginar que voy conduciendo mi coche y se enciende la luz de avería, la tapo para no verla y sigo conduciendo en lugar de parar el coche y llamar al mecánico. ¿No es absurdo? Pues eso es lo que hacemos si mientras corremos o estamos en el gimnasio o jugando al padel o simplemente realizando actividades cotidianas, sentimos un dolor en nuestro cuerpo, nos echamos una crema o spray que nos quite el dolor y seguimos con la actividad.
La realidad es que si hacemos esto no estamos venciendo al enemigo como nos dice la empresa farmacéutica del anuncio, sino que estamos ignorando al amigo que nos protege de producir un daño mayor a nuestro propio cuerpo.
Con esto no quiero decir que no se deba tratar el dolor. De hecho más del 90% de mis pacientes vienen a la consulta por un dolor y valoran el resultado de mi trabajo en función del resultado obtenido sobre ese dolor. Lo que quiero decir es que hay que hacerle caso al dolor en lugar de ignorarlo, y tratarlo desde la causa en lugar de taparlo. No estoy en contra del uso de productos que calmen el dolor si estos se usan dentro de un tratamiento de la causa y no como un engaño al cerebro para que no nos avise de que algo no funciona bien.
Como siempre, espero que os haya gustado!!
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